El violento asesinato de María Eugenia Rojas trajo a la memoria lo sucedido hace casi 14 años en la zona sur de la ciudad, donde se cometió el crimen de Celia Molina, una mujer que también fue atacada con arma blanca y, una vez ultimada, le prendieron fuego a su casa. Hasta hoy el caso está impune.
El 9 de abril de 1999, en horas de la noche, Celia Molina de Martínez se encontraba en su casa, en un barrio recién entregado de la zona sur de la Capital.
Allí se vio sorprendida por al menos una persona desconocida hasta hoy, con la que discutió fuertemente.
El visitante reaccionó de manera violenta y la asesinó de varias puñaladas, hasta que la víctima cayó en su dormitorio.
Con el propósito de borrar cualquier evidencia, el autor del hecho le prendió fuego a la casa, cerró todas las ventanas, le echó llave a las puertas y escapó.
Al cabo de unos minutos, los vecinos advirtieron el humo y las llamas que salían de la vivienda y alertaron a los bomberos, que llegaron rápidamente y lograron sofocar las llamas, aunque para ello tuvieron que romper la ventana de la habitación.
Cuando lograron dominar el fuego y entraron al inmueble se encontraron con un tremendo cuadro: la víctima yacía boca arriba con medio cuerpo quemado, y en gran parte de la casa quedaban los rastros de sangre.
El o los asesinos entraron a la casa de Molina con su conocimiento, ya que no había signos de forzamiento en las aberturas.
Un par de semanas más tarde, la policía detuvo a la hija menor de la víctima, Sandra Martínez, quien fue acusada por homicidio sobre la base de una serie de testimonios.
En ese momento la acusada estaba embarazada, e incluso dio a luz mientras permanecía alojada en la vieja comisaría de la Mujer y el Menor.
Un año y medio después llegó el momento del juicio, en el que quedaron en evidencia que las pruebas en su contra habían sido obtenidas de manera irregular o acomodándolas al día y horario del crimen.
El caso reveló una serie de anomalías en el desempeño policial, al punto tal que, por ejemplo, recién en el juicio se supo que un automóvil salió raudamente de la casa de Molina minutos antes de que los vecinos adviertan las llamas.
La Cámara Penal Nº 1, en un fallo unánime, la absolvió y ordenó su inmediata libertad, mientras ordenaba que se investigue a otro sospechoso y a los policías que habían participado de la investigación.
Hace un par de años, el expediente que está radicado en la Unidad de Delitos Especiales volvió a moverse con la recepción de nuevos testimonios, aunque no ha tenido avances significativos hasta hoy.
Por su parte, Sandra Martínez demandó al Estado provincial por los daños causados, y por ello cobró una importante indemnización monetaria.
Similitudes
Lo sucedido con María Eugenia Rojas guarda similitudes con lo de Celia Molina, ya que el homicida entró sin apelar a la fuerza, por lo que se presume que era conocido de la víctima, quien no esperaba una reacción de esa naturaleza.
Sin embargo, en ambos hechos hubo una breve discusión entre los protagonistas, hasta que el atacante apuñaló a la víctima y la mató.
Seguidamente acomodó la escena para simular un incendio, apiló elementos combustibles y encendió el fuego con el evidente propósito de hacer desaparecer las evidencias.
Sin ser vistos, los asesinos abandonaron la escena y escaparon rápidamente, aunque en el caso de Celia Molina ocurrió ante la mirada de varios vecinos, pero ello recién se descubrió en el juicio un año y medio después.
En cambio el homicida de Eugenia Rojas se amparó en la oscuridad de la madrugada, con la ventaja de que a esa hora prácticamente no había movimiento en las calles.