Mientras Nelson Mandela se debate entre la vida y la muerte, su familia libra una agria disputa por la herencia. La casa real de los Themba está indignada. El jefe de la tribu, Thanduxolo Mtirara, criticó «la falta de respeto» que supone para la imagen del hijo más grande del pueblo y héroe sudafricano. «Se está dañando el legado del anciano», protestó.
En vano. La eventual muerte de Madiba desencadenó un enfrentamiento que últimamente se agravó y airea en público. Se centra en las diferencias sobre el lugar donde será enterrado el Nobel, pero también hay en juego poder, fama y millones.
La disputa no solo preocupa a los Themba, que pertenecen a la etnia de los Xhosa. También el Gobierno y millones de sudafricanos asisten espantados a un pulso que se ventila abiertamente en los tribunales y ante las cámaras y micrófonos de los medios internacionales. Le dieron una dimensión de escándalo cuando el sherif de la localidad de Mvezo abrió con un hacha la puerta de la propiedad de un nieto de Mandela.
Mandla es, como su abuelo, un líder tradicional. Único miembro de la familia activo en política, es diputado del gobernante Congreso Nacional Africano. Quizá por eso también tuvo acceso a inversiones estatales gracias a las cuales se construyeron en Mvezo calles, un hotel, un refugio para mochileros y un museo. El dueño es una fundación estatal, pero su presidente es Mandla.
La atracción del lugar iba a ser la tumba de Mandela y un monumento en su honor que atrajera a peregrinos y turistas. Sin embargo, el resto de la familia no quiere enterrarlo allí. Otro motivo de disputa es la aspiración por hacerse con el derecho a hablar en nombre de los Mandela, que ha puesto en problemas al miembro de la familia de mayor edad.
Trasladados de tumba
La policía volvió a Mvezo el miércoles después de que el Tribunal Supremo de la provincia admitiera la solicitud de 16 miembros de la familia para trasladar los restos mortales de tres hijos de Mandela fallecidos a su tumba original en Qunu. Mandla había ordenado exhumarlos en 2011, sin consultar a nadie, y trasladarlos desde Qunu, donde Mandela vivió muchos años, a Mvezo. El juez consideró esta acción «indignante y escandalosa».
La acción de Mandla tenía un solo objetivo: que el anciano Mandela, que siempre dijo que quería ser enterrado junto a sus hijos, encontrara su último descanso en Mvezo. Mandla asegura que actuó pensando en su abuelo. Según él, el resto de la familia obra en su contra solo por avidez de dinero.
La situación es confusa, pues nadie parece tener un testamento vinculante de Mandela. El semanario Mail & Guardian citó al expresidente y escribió que en 1996 se pronunció a favor de ser enterrado en Qunu. Pero la familia, integrada por tres hijos, 17 nietos y 12 bisnietos, no está enteramente de acuerdo. «Solo rezo por una voz común que lleve a nuestra familia en una dirección», tuitéo la nieta de Mandela, Zoleka Zobuhle.
Mandla acusa a sus familiares de buscar acceso a los bienes familiares. El expresidente acumuló un patrimonio millonario, sobre todo gracias a sus libros y recuerdos. La mayor parte del dinero fue a una institución y a dos fondos. En primavera, las hijas de Mandela, Zenani y Makaziwe, acudieron a los tribunales para tener acceso a ellos. También pretendían retirar a los abogados Bally Chuene y George Bizos, así como al ministro de la Vivienda Tokyo Sexwale, la potestad de actuar como fideicomisos de sus padres.