Así lo aseguró Ariel Garbarz, ingeniero en telecomunicaciones y director de seguridad informática. Señaló que el país norteamericano tiene una extensa red de espionaje global. Por otro lado, no cree que exista el famoso Proyecto X.
Una de las noticias que más ha impactado durante éstos últimos días ha sido la revelación de que existe una amplia red de espionaje en todo el mundo montada por Estados Unidos. Impacta, pero no sorprende: hace años que era un secreto mal guardado, pero lo que captó el interés mundial fueron las revelaciones del ex empleado de la CIA Edward Snowden, quien dio detalles específicos de cómo la superpotencia espía tanto al resto del planeta como a sus propios ciudadanos.
Incluso la figura de Snowden provocó un fuerte conflicto diplomático entre América del Sur y Europa, cuando Francia, Italia, España y Portugal le prohibieron al presidente de Bolivia, Evo Morales, sobrevolar sus espacios aéreos cuando el mandatario quiso retornar a su país procedente de Rusia, porque creían que llevaba al norteamericano escondido en el avión.
Entre los países espiados está Argentina. De hecho, la presidente Cristina Kirchner aseguró durante el acto por la Independencia el 9 de julio pasado que «le dio un escalofrío por la espalda» cuando se enteró que nuestro país era monitoreado por Estados Unidos.
Sin embargo, parece que nuestro país sabe desde hace muchos años que Estados Unidos nos espía, e incluso tendríamos herramientas para impedirlo.
Así lo aseguró ayer en el programa After Office de MDZ Radio Ariel Garbarz, ingeniero de telecomunicaciones y director de seguridad informática de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Durante la entrevista, también hizo referencia a dos casos de espionaje local: el Proyecto X y la pinchadura de teléfonos por parte de la SIDE.
Con respecto al acecho tecnológico mundial, Garbarz explicó que, tanto la región como el resto del mundo, estamos «expuestos a una red de espionaje global, que tiene centro en los Estados Unidos». Lo curioso es que dicha red está «respaldada por una ley votada por el Congreso norteamericano después del atentado del 11 de septiembre».
Esto quiere decir que «ellos entienden que es absolutamente legal capturar mensajes, mail, conversaciones telefónicas y todo lo que se transmite por las redes de telecomunicaciones de países del exterior a los efectos de hacer una logística previa a algún atentado terrorista».
En cifras totales, según el especialista, son «más de dos mil millones de mensajes simultáneos en unas bases de datos enormes con el gigantesco presupuesto que disponen de decenas de miles de millones de dólares».
Con respecto a nuestro país, Garbarz reconoció que «desde hace muchos años el país está sometido a este monitoreo y captura permanente desde el hemisferio norte de nuestras comunicaciones».
De todas formas, el ingeniero aseguró que «hay maneras de protegerse» contra el espionaje. Incluso, nuestro país es pionero en la región y ha desarrollado tecnología para ello: «En el 2003, Néstor Kirchner ordenó que se estimule un programa de investigaciones en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Tecnológica Nacional para desarrollar tecnologías de encriptación sobre los canales de comunicación telefónica y de Internet de los tres poderes públicos».
«Ese programa permitió que se desarrolle una tecnología, de la cual somos pioneros y compartimos con otros países hermanos, denominada Comunication Security (COMSEC), que encripta los canales. Es decir, los protege contra los equipos denominados activos que hay en otros países, aseveró.
Estamos trabajando desde hace muchos años contra el espionaje global», aseguró.
Entonces, si es así, ¿por qué Cristina se muestra tan sorprendida? En ese punto, Garbarz sólo atinó a responder que «no sé si la Presidenta está al tanto de las verificaciones que sí se hicieron en sedes judiciales en varias oportunidades. Incluso hay tres jueces que han dictado sentencia firmes, pero que no pasaron de ahí, sin llegar a niveles políticos».
El técnico explicó que dichas sentencias fueron realizadas durante el gobierno de Fernando De la Rúa (1999-2001), pero que «posiblemente por razones políticas, no se hicieron reclamos, ya que las relaciones con Estados Unidos eran muy fraternales».
Volviendo sobre la figura de Snowden, Garbarz opinó que le parece «un chico sumamente arriesgado y valiente que, hasta ahora todo lo que leí y dijo, es absolutamente creíble y tiene sustento en los datos técnicos que nosotros manejamos hace años. Estoy convencido de que sabe mucho más». Por ello dijo festejar tanto «las denuncias de Snowden como la rápida reacción de los países de Sudamérica que están respondiendo enérgicamente a esta intromisión».
Dudas sobre Proyecto X y pinchaduras de teléfonos a opositores
Aprovechando su presencia, se le consultó a Garbarz sobre el caso más polémico de espionaje local, cuya explosión mediática fue hace unos meses y el tema, con el caso Snowden, se reflotó en los últimos días: el Proyecto X, cuya trama habría sido supuestamente montada por Gendarmería Nacional para espiar a dirigentes políticos y sociales a través de diferentes métodos.
Garbarz directamente desestimó la veracidad del Proyecto X: «Nos trajeron el modelo de planilla que utilizaban para completar datos y las formas en que lo hacían: parecían sacadas del siglo pasado, por lo menos de hace 30 años».
A mi me sonó poco veraz y sobre todo que lo haga Gendarmería, ya que tienen tecnología mucho más avanzada», aseguró.
Con respecto a cierta «psicosis de teléfonos pinchados» que parece estar calando en varios políticos opositores, Garbarz contó: «He participado de muchas denuncias en sedes judiciales en gobiernos anteriores y debo reconocer en este gobierno no se sustanció ninguna pericia técnica que dé cuenta de espionaje ilegal desde la SIDE».
Incluso se animó a darles un consejo a esos políticos: «Les diría a los opositores que escuchan cosas raras en los celulares o sienten eco, que todos los equipos actuales de intersección no producen ruidos, si te están escuchando no te vas a dar cuenta. Si lo escucho, es porque la red anda mal».
En cambio, advirtió que «sí me preocuparía en serio cuando llaman por teléfono y hacen escuchar una conversación que hace un rato tuvo con otra persona. Es decir, están intimidando».