La marcha del 18 F promovida por los cinco fiscales con la excusa de reclamar transparencia a la Justicia (de que son parte) en el tratamiento del caso Nisman en particular y en su funcionamiento global, que cuestionan vagamente, inaugura un año político que desde el mismo momento de la muerte del fiscal se anticipaba difícil.
A la perenne embestida destituyente de la oposición y la corporación mediática, que ya venía in crescendo y cada vez más virulenta conforme se acercan los tiempos electorales, se sumó con pretensión protagónica un actor que hasta acá se había mantenido, en general, entre bambalinas. Un actor que, corporizado en los jueces y Cámaras funcionales a Magnetto y el grupo Clarín, se había limitado a cuestiones puntuales en esta tarea sucia de poner trabas al funcionamiento de las instituciones de la República. Prestándose a maniobras dilatorias, a través de cautelares tramposas y sospechables, para favorecer los intereses del poderoso monopolio mediático que la Ley de Medios procura poner en caja, como a todos. No mucho más que eso, que no es poco, pero es previsible cuando hay actores con tanto poder económico y jueces venales. Pero ahora, colgados al féretro de Nisman, empiezan a sacarse las caretas más descaradamente. Billetera manda, dice la popular con la sabiduría que da la universidad de la vida.
No asustan esos cinco fiscales, ya conocidos, sospechados, cuestionados, desenmascarados, recusados y hasta demandados en algunos casos como en la causa AMIA y otras varias instancias judiciales por mora, retardo de justicia, desviación maliciosa de las investigaciones y corrupción. Aunque el 18 los hayan llevado en andas los mismos que ayer los denunciaran. Aunque tuvieran su momento de gloria efímera, siendo hasta vivados y aplaudidos en esa extraña marcha. Por los mismos que mañana les darán la cicuta o el puñal (Se acuerdan de Nerón?). Esos cinco chirolitas no dejan de ser, como otros pocos jueces, fiscales y/o funcionarios de la corporación judicial, sólo amanuenses, conchabados, sirvientes en definitiva del poder económico. Dañinos, sin duda para la República, por cajoneadores de causas justas, como las de narcotráfico o lavado de dinero, por enturbiadores de la investigación de hechos graves, por amistad manifiesta con barrabravas, apretadores y mafiosos, ratas menores, en definitiva, hoy alcahuetes de Magnetto y el grupo Clarín, mañana del que les ponga la moneda. Ya sabemos que por «los tejos» pueden inventar causas, fraguar o falsear pruebas, cajonear denuncias, apretar testigos o cualquier otra inmoralidad. PERO NO DEBEMOS CONFUNDIRNOS: Los amos, los patrones, los que mandan, los que mueven los hilos en ese circo son los de siempre. Los Bulgheroni, los Techint, los Bunge y Born, los Macri, los Fortabat, los Magnetto. Los dueños de acerías, bancos, empresas de comunicaciones, exportadores, cadenas hoteleras, popes de la telefonía. Todos los que, aún ganado fortunas, más que nunca, en un país que crece en consumo a niveles reconocidos por nuestros propios enemigos, como el F.M.I., son de tan insaciable voracidad que no soportan que un Estado soberano les imponga reglas, les marque la cancha y les exija cumplir la ley como todo el mundo. En especial, hoy están enfermos por el nuevo espectro de importantes negocios que de la mano de las políticas nacionales de intercambio y cooperación está abriéndose en la Argentina, y de los cuales NO SERÁN PARTE. Porque hay una nueva y pujante dirigencia empresaria que va consolidándose y disputándole los rubros que ayer monopolizaban como regla natural del status quo. Esta nueva clase dirigente acuerda con el Estado, interactúa y coopera, beneficiándose desde luego pero respetando las reglas. (100 empresarios viajaron a China a explorar y cerrar negocios) Éste es el punto.
Esta modificación inexorable del reparto de la torta es lo que los pone locos y los hace destilar odio y retorcerse como víboras. Ya no podrán más hacerse dueños de todo imponiendo sus reglas. Y están fogoneados, respaldados operativa y financieramente por los Estados Unidos. Tienen contactos fuidos con los hombres y sectores más próximos a Obama. Que a través de sujetos como Stiusso, a través de nuestros organismos de seguridad infectados de represores reciclados, observadores y espías de la más variada calaña, montan y financian operaciones de prensa, fabrican atentados, alientan conflictos, compran dirigentes, espían de mil diversos modos, como demostró palmariamente la megafiltración de Wikileaks. Mediante la extorsión, el espionaje y mil acciones igualmente perversas procuran horadar, esmerilar, mellar, desestabilizar a los gobiernos soberanos de la Región. A Correa, a Evo, a Maduro, a Dilma, a Cristina.
Igualmente, no podemos ignorar que hay gente que fue a la marcha genuinamente, por reclamos que son justos. Gente que esperaba cambios que no sucedieron, destinatarios de promesas incumplidas, argentinos frustrados en sus expectativas. También muchos que compran la información sesgada de las usinas mediáticas de la oposición. El Gobierno deberá tomar nota de esas demandas y procurar darles respuesta. Por nuestra parte, es nuestro deber estar alertas, defender el Proyecto en todos los escenarios, impulsar la discusión que los dirigentes de la nueva Unión Democrática eluden. Alzar nuestra voz con coraje y compromiso. Mostrar que Argentina con Cristina a la cabeza crece y crece, afianzándose en la Región y en el mundo. Con récords en cosecha gruesa y en turismo, con récords en escolaridad y en asistencia social, con indicadores que son ejemplos mencionados en todos los foros, hasta por los que nos detestan por plantarnos con dignidad y ser tozudamente independientes y soberanos. Sabemos que falta, desde luego, pero estamos seguros de que éste es el camino. Hagamos diariamente los esfuerzos necesarios para la unidad de los sectores populares, aún a despecho de la ceguera de alguna dirigencia. Con Cristina, con Lucía, vamos por más.